¿Debe México permitir que se instalen fabricas de vehículos eléctricos chinos en el país?


 La noticia de que la empresa de automóviles eléctricos BYD de origen chino quien además lidera las ventas a nivel mundial, considera construir una planta en México ha entusiasmado tanto a la prensa nacional como a políticos a nivel estatal y federal, argumentando que la instalación de esta fábrica será lo que finalmente consolide al Nearshoring. Pero a diferencia del resto de inversiones que han llegado a México gracias a la relocalización desde China, todo lo relacionado con automóviles eléctricos debe analizarse con mucho mayor cuidado, ya que en Estados Unidos se están encendiendo todas las alarmas posibles entre políticos, fabricantes, sindicatos y medios de comunicación en este tema, ya que consideran la entrada de vehículos eléctricos de origen chino a su mercado como una amenaza al futuro de su industria automotriz, así como una amenaza para su seguridad nacional debido a la cantidad de datos que todas las marcas de vehículos eléctricos recolectan de sus usuarios. Hecho que no solamente puede tensar de forma innecesaria nuestra relación comercial con Norteamérica, sino que puede poner en riesgo al mismo tratado de libre comercio.  

Ya que justamente los antecedentes que han provocado que México quede en una situación privilegiada ante la relocalización de líneas de producción desde China, son estos mismos factores que provocan escozor en el subconsciente de los estadounidenses en cuanto a la entrada de automóviles de origen chino a su mercado,

 ya que incluso si para este episodio dejamos de lado el tema del miedo exagerado sobre el acceso del gobierno chino a datos que las empresas recolecten de los automóviles eléctricos, debemos considerar que justo en este preciso momento, el gobierno de Joe Biden se encuentra implementando un ambicioso programa de política industrial con el objetivo de cumplir sus metas para reducir el calentamiento global al mismo tiempo en que fortalecen su industria de manufactura mejor conocido  como el Green New Deal, el cual tiene como una de sus metas que el 50% de los automóviles que se vendan en Estados unidos para el 2030 sean eléctricos, y para lograr este objetivo se están invirtiendo miles de millones de dólares en subsidios e inversión gubernamental en empresas locales para fortalecer la cadena de suministros detrás de su fabricación, así como para la creación de una red nacional de estaciones de carga para vehículos eléctricos. 

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Además de cumplir con sus metas de cambio climático, esta política industrial busca fortalecer la industria automotriz estadounidense cuyo futuro es el automóvil eléctrico, además de reducir la dependencia de la producción de automóviles eléctricos con China, país que controla eslabones estratégicos de la cadena de suministros de esta industria, incluyendo la extracción de minerales indispensables para fabricar baterías. Razón por lo cual no debe de sorprendernos que el inminente ingreso de marcas chinas al mercado estadounidense representa una gran amenaza a su industria automotriz local, hecho al que debemos sumar la gran cantidad de subsidios que las empresas chinas reciben de su gobierno para compensar costos de introducción a nuevos mercados, amenaza que ha sido considerada desde la administración de Trump, cuando se impusieron las primeras sanciones comerciales a China las cuales el gobierno de Biden mantiene hasta la fecha. 

Y en este punto de la historia donde interviene México, ya que como resultado de estas sanciones, las importaciones de automóviles de China a Estados unidos tienen un arancel del 27.5% y solo pueden deducir impuestos hasta por $7,500 dólares del programa de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, mientras que un vehículo eléctrico importado desde México tiene un arancel del 2.5% que puede reducirse a 0 si el fabricante cumple con las especificaciones de componentes producidos en Norteamérica que contempla el TMEC además de la posibilidad de deducir hasta 300 mil dólares en impuestos, razón por la cual las empresas Chinas ven a México como un punto estratégico para su entrada al mercado de Norteamérica, y es esta misma razón la que puede provocar que  tanto los ciudadanos como los políticos estadounidenses puedan percibir la autorización de México para que se instalen estas fábricas en nuestro país, tanto como una amenaza para su industria, como una traición de uno de sus principales socios comerciales. 

Ante esta situación grupos de cabildeo como la Alianza para la Manufactura Americana (AAM)  han presentado peticiones a miembros de su congreso para el bloqueo de importaciones de vehículos y refacciones provenientes de México si se instalan fábricas de marcas Chinas de automóviles eléctricos en nuestro país, mientras que varios miembros de la cámara de representantes de Estados Unidos le enviaron una carta en noviembre de 2023 a su representante de comercio en China, donde le hacen ver su preocupación ante la posibilidad de que los fabricantes de automóviles chinos inunden el mercado estadounidense, utilizando prácticas desleales de comercio, debido a que estas reciben enormes subsidios de su gobierno que les permiten ofrecer precios mucho menores que sus competidores además de permitirles operar con pérdidas mientras se introducen a nuevos mercados estratégicos como la unión europea y Estados Unidos. 

Por ejemplo, el director de Chrysler compara la entrada de automóviles eléctricos chinos a Estados Unidos como un evento tan disruptivo para la industria, como lo ocurrido en la década de los 70's con la llegada de las marcas automotrices japonesas, quienes en ese momento ofrecían vehículos más eficientes en consumo de combustible y a precios más bajos, gracias a la implementación de prácticas de manufactura esbelta que en su momento eran novedosas y todavía no se utilizaban en Norteamérica. Mientras que ejecutivos de Toyota estiman que las empresas chinas tienen una ventaja en costos entre el 25 y el 30% contra el resto de los competidores a nivel internacional, gracias a los subsidios que reciben por parte de su gobierno. 

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Por lo tanto todos estos antecedentes representan razones suficientes para que en México analicemos si vale la pena el permitir que se instalen en nuestro país fábricas de marcas chinas de automóviles eléctricos, ya que si bien estas son inversiones bastante grandes, por ejemplo según Yahoo Finance en este momento la empresa SAIC planea invertir entre 1,500 y 2 mil millones dólares en nuestro país, mientras que la inversión de BYD podría ser de aproximadamente 1,300 millones de dólares tomando como referencia la inversión que están haciendo en Indonesia, montos que nos pueden dar un panorama más claro de la importancia de que México reciba estas inversiones, las cuales indudablemente encabezarían la lista de las principales inversiones recibidas en décadas en los estados donde decidan instalarse. 

Pero de igual manera en que es importante dimensionar la magnitud de estas inversiones para México, también debemos hacer conciencia sobre qué tan importante es el TMEC para la economía mexicana, ya que solo en 2023 recibimos más de 17 mil millones de dólares en inversión extranjera en el sector manufacturero, y de 2013 a 2023 recibimos 193 mil millones de dólares en inversión, por lo que como podemos ver, la potencial inversión de automotrices chinas es solo un pequeño porcentaje de las inversiones que recibe México gracias al tratado de libre comercio, por lo que el permitir que este se ponga en riego es un riesgo con consecuencias catastróficas para la economía mexicana, ya que el 60% del comercio total de México está relacionado directa o indirectamente con el tratado de libre comercio. 

Aunque ante esta encrucijada debemos poner en consideración el tema de la soberanía nacional, ya que en teoría,  con quien comercia México debe ser una decisión 100% de los mexicanos, pero también es una realidad que en este momento nuestra economía está completamente integrada con Norteamérica, hecho que en el contexto de regionalización geopolítica que está ocurriendo a nivel mundial y que a su vez es la principal causa del Nearshoring, México forma parte del bloque comercial de Norteamérica en el nuevo sistema de globalización que se está formando como consecuencia de los efectos de la pandemia y de los nuevos riesgos geopolíticos surgidos en los últimos años, o mejor dicho con otras palabras, así como México tiene derecho a decidir con quien comercia, Estados unidos y Canadá tienen derecho a excluirnos del TMEC si permitimos que se utilice a nuestro país para afectar sus intereses económicos, además que independientemente de cómo lo analicemos por razones económicas nos conviene seguir perteneciendo a este región comercial. 

Entonces una vez comprendido el contexto, tanto a México como a Estados Unidos y Canadá, nos conviene hacer un acuerdo en el cual se determine de forma detallada un programa industrial estratégico a mediano y largo plazo donde de forma clara se especifique como los tres países comercializaran con otras regiones del mundo, tomando en consideración y respetando los intereses de cada país de nuestro bloque comercial, como por ejemplo; protección a la industria automotriz y el fortalecimiento de la cadena de suministros de semiconductores que son intereses de Estados unidos, protección a la industria maderera canadiense o protección a la industria energética de México. Ya que, aunque en nuestro país no tengamos como tal un programa industrial, no cabe duda de que nos conviene ser parte de los planes a mediano y largo plazo de nuestros vecinos del norte, ya que para cumplir sus objetivos requieren de mano de obra y los bajos costos de producción que México puede ofrecer.  

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En conclusión, a consecuencia de que la relocalización de manufacturas de China a otros países geográfica o políticamente más cercanos es un fenómeno que apenas comienza y el factor de la búsqueda de supervivencia de las empresas chinas en el contexto internacional no se había tomado en cuenta cuando se analizaba cómo sucederá el Nearshoring, por lo que todo indica que las empresas automotrices chinas solamente serán las primeras que consideren a México como la opción más viable ya sea para introducirse al mercado estadounidense o para poder mantenerse en él, por esta razón el gobierno mexicano debe tomar este tema como un eje para el crecimiento económico de nuestro país en el mediano y corto plazo, y por esta razón debe estar en sintonía con los intereses y objetivos tanto de Estados Unidos como de Canadá, no en un acto de sumisión como lo podrían criticar quienes quieren ver a México aislado en aras de mantener nuestra soberanía intacta, sino como una herramienta de negociación para nuestros vecinos del norte respeten nuestros intereses económicos o de cualquier otro tema de interés nacional como la seguridad o la migración. 


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