Por qué las empresas occidentales están huyendo de China

 


Según una encuesta realizada en junio de 2022 por la unión de cámaras de comercio europeas, el 23% de las empresas de la unión europea están considerando mover sus inversiones de china, mientras que otra encuesta realizada por la cámara de comercio americana en China arrojó que 26% de las empresas manufactureras de Estados Unidos instaladas en China están actualmente relocalizando su producción, además de mostrar que se cancelaron el 19% de nuevas inversiones que estaban destinadas para China, cifra que duplica las cancelaciones que se realizaron durante 2021. Datos que nos muestran una imagen clara del fenómeno de relocalización de líneas de producción que está ocurriendo en este momento, al que también se le conoce como Nearshoring, lo que nos trae a la pregunta central de este artículo ¿Por qué las empresas occidentales están saliendo de China?

Si bien el Nearshoring es el resultado de la coincidencia de varios factores como la guerra comercial entre Estados y China, el incremento de costos como la mano de obra y de operación y la implementación de la nueva política de prosperidad compartida por parte del gobierno chino, cuyos efectos fueron potencializados por la pandemia del COVID 19 causando la crisis en la cadena global de suministros, que finalmente fue la gota que derramó el vaso y obligó a las empresas internacionales a buscar soluciones tanto para resolver los problemas que detuvieron la cadena global de suministros, así como buscar soluciones de largo plazo que les permitan reducir sus riesgos en el tiempo y en el costo de traslado de sus productos de los lugares de producción hacia donde se encuentran los consumidores.

Por este motivo el mundo está iniciando de forma gradual un proceso de reestructuración de la cadena de suministros la cual hoy tiene a china como eje central, hecho que representa un gran riesgo de logística, debido a las condiciones geopolíticas que se crearon con la invasión de Rusia a Ucrania, por lo que se ha convertido en una prioridad tanto el reducir los tiempos y costos de traslado como el reducir riesgos geopolíticos entre los países, ya que desde la conclusión de la guerra fría, los análisis de riesgo de las empresas internacionales a la hora de invertir en el extranjero, consideraban que ya no había países amistosos y no amistosos sino países con diferentes niveles de complejidad para hacer negocios, debido a factores como corrupción, violencia, regulaciones internas, ambiente político etc. Interpretación que dio un giro de 180 grados después de la invasión de Rusia a Ucrania, la cual, a su vez ha centrado la atención del mundo en la disputa territorial entre China y Taiwán.

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Por lo que, en pocas palabras ahora la globalización ya no solo busca la eficiencia (menores costos) sino la seguridad, ya que las empresas al momento de decidir dónde instalar su producción requieren que se pueda confiar tanto en las personas con las que se hace negocios, al mismo tiempo en que requieren estar seguras que el país en el que invierten tenga buenas relaciones con su país de origen. 

Crecientes tensiones comerciales y diplomáticas

Siendo este el factor que cambió todo el panorama, pues a pesar de que China cuenta con un enorme mercado interno el cual a su vez muestra tasas de crecimiento superiores a las del resto del mundo, además de contar con un sofisticado sistema de instalaciones de investigación y desarrollo de ciencia y tecnología y una compleja red de infraestructura que hoy en día es vital para la cadena global de suministros, está dejando de ser un país seguro para invertir, debido a que las crecientes tensiones entre el gobierno chino y los gobiernos occidentales se están convirtiendo en el principal obstáculo para hacer negocios en China.

Con ejemplos como la guerra comercial con Estados Unidos, las medidas punitivas contra Australia a productos australianos como la carne, el carbón, el vino y la langosta debido a una investigación del gobierno australiano sobre el origen del COVID y a críticas de la prensa de Australia a violaciones de derechos humanos en Hong Kong, así como restricciones a empresas Suecas, Taiwanesas y Lituanas como consecuencia a tensiones con sus gobiernos, ejemplos que han provocado una pérdida significativa de la confianza a corto plazo, ya que esto significa que cualquier empresa internacional está a un incidente de distancia entre el gobierno chino y su país de origen de ser sancionada.

Guerra comercial entre China y Estados Unidos

Situación que en el caso de Estados Unidos escaló más allá de algunas empresas o algunos productos, ya que debido a las políticas proteccionistas implementadas por el gobierno de Donald Trump, las cuales se justificaron en antecedentes reales de acusaciones a prácticas comerciales desleales por parte de China como; el dumping (que consiste en vender productos a precios muy bajos para desplazar a los competidores), manipulación de su moneda, o acusaciones de violación a la propiedad intelectual. Antecedentes que permitieron que, a diferencia de Australia, Suecia o Lituania, Estados Unidos arrojará la primera piedra imponiendo aranceles a productos chinos.

Iniciando la guerra comercial en julio de 2018, imponiendo aranceles del 25% a productos como maquinaria, componentes electrónicos, vehículos y productos químicos con un valor de 34 mil millones de dólares, con un segundo anuncio en septiembre de 2018 de un arancel del 10% sobre las importaciones de productos electrónicos, ropa, juguetes y productos químicos con valor de 200 mil millones de dólares. arancel que se elevó al 25% en mayo de 2019.

A lo que China respondió en julio de 2018 con aranceles del 25% a las importaciones de soya, automóviles y mariscos con un valor de 34 mil millones de dólares, que se sumaron a una segunda ronda de aranceles en septiembre de 2018 cuando impuso aranceles adicionales del 10% a  importaciones por un valor de 60 mil millones de dólares a  productos químicos, textiles, maquinaria y productos agrícolas y en mayo de 2019 gravó con aranceles del 25% la carne de cerdo, frutas, verduras, lácteos y productos químicos con valor de 60.000 millones de dólares.

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Situación que como podemos ver dejo en medio del fuego cruzado tanto a las empresas chinas como a las empresas occidentales que tienen inversiones ahí, ya que estas vieron cómo en primer lugar, la guerra de sanciones incrementó sus costos de exportación y el costo de algunos de sus suministros, solo para escalar el problema conforme ambos países acompañaron los aranceles con nuevas regulaciones con la intención de restringir el comercio de algunos productos, como el caso de los productos de Huawei en medio de la disputa por la supremacía en la tecnología del 5G, hechos que agregaron incertidumbre a los riesgos de hacer negocios en China, además de impedir la planeación a largo plazo de las empresas estadounidenses y occidentales para participar en el mercado interno chino, el cual cada vez está más restringido tanto por la guerra comercial, como por la política de prosperidad compartida del gobierno de Xi Jinping, 

El efecto de la pandemia

Pero este escenario adverso creado por la guerra comercial que a principios de 2020 estaba incrementando los costos de producción de muchas empresas y estaba comenzando a crear problemas en la cadena global de suministros, simplemente se agravo exponencialmente como consecuencia de la pandemia del COVID 19, que debido a la reacción del gobierno de Xi Jinping con la política de COVID cero, que consiste en cierres totales de ciudades enteras por periodos muy prolongados de tiempo, el cual solamente fue posible gracias a los estrictos controles de población que ha implementado China en los últimos años, justificados mediante la política de prosperidad compartida, Cierres que crearon la crisis en la cadena global de suministros que sufrimos a finales de 2021, además de asustar a las empresas internacionales que vieron como sus directivos empleados quedaron estancados sin poder salir del país, y en muchas ocasiones quedaron literalmente prisioneros en sus hoteles o departamentos por períodos prolongados de tiempo, durante los cierres sanitarios.

Política de Prosperidad compartida

Lo que nos trae al factor que está cambiando por completo la percepción de occidente hacia China, que es la política de prosperidad compartida, ya que la implementación de esta política  rápidamente se está convirtiendo en el segundo mayor obstáculo para hacer negocios en ese país, ya que aunque esta política de gobierno fue anunciada en 2015 como parte del plan quinquenal, no fue hasta agosto de 2021 cuando se implementaron acciones más severas como restricciones a tutores educativos que asesoraban a jóvenes para poder ingresar a las mejores escuelas del país, la prohibición de la utilización de criptomonedas, la prohibición de las celebridades, severas restricciones a la industria de los videojuegos, persecución a empresarios chinos como Jack Ma, nuevas regulaciones hacia inversiones de sus propias empresas en el extranjero y la exigencia de inclusión de miembros del partido comunista en los consejos de administración de las empresas extranjeras que operen en China.

En resumen y según el gobierno chino, la política de prosperidad compartida es una estrategia económica y social, que busca reducir la brecha de desigualdad y mejorar el bienestar general de la población, basándose en la idea de que el desarrollo económico no puede ser sostenible a largo plazo si sólo beneficia a un pequeño sector de la población, y por lo tanto, busca crear un desarrollo equilibrado y justo para todas las regiones y para todos los estratos sociales. Como parte de esta política se han implementado una serie de medidas como; impuestos más altos a los ricos, la eliminación del impuesto a la renta para las personas con ingresos bajos, programas de vivienda asequible, y el establecimiento de fuentes de trabajo en las zonas rurales mediante la inversión en infraestructura de desarrollo regional.

Aunque si bien esta política tiene una causa justa como es la reducción de la pobreza y de la desigualdad en su país, en la realidad esta ideología alrededor de la cual giran la mayoría de las acciones gubernamentales del gobierno de Xi Jinping, se está utilizando para justificar un mayor grado de control por parte del partido comunista a todos los aspectos de la vida diaria de China, ya que mientras busca reducir la desigualdad creada por la apertura económica al mundo, al mismo tiempo busca ejercer un mayor control de su población mediante medidas  como el sistema de crédito social, que según el puntaje que tenga una persona esta puede o no viajar, entrar a un centro comercial o usar el transporte público de su ciudad, así como también busca reducir la influencia y poder que gracias a esta apertura económica han creado algunos individuos al partido comunista, como lo son empresarios y  celebridades.

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Lo que explica la persecución a empresarios que se han atrevido a criticar políticas de su gobierno, la persecución de celebridades cuya influencia en sus seguidores pueda ser considerada peligrosa hacia el partido comunista, la prohibición a las criptomonedas para evitar que su población las use para evadir los controles de población o evitar que sean utilizadas para extraer capital del país. Políticas que hasta este momento solo aplican a la población local, pero que en un futuro pueden ser aplicadas a extranjeros que radican en ese país, además de lo preocupante que resulta para las empresas internacionales la imposición de contar con miembros del partido comunista en sus consejos de administración para poder establecer una empresa en el país.

Conclusión

Por lo que en conclusión las razones por las que las empresas occidentales están saliendo de China son varias, pero que coincidieron en un mismo periodo de tiempo y cuyos efectos fueron agravados por la pandemia, ya que todo comenzó con el gobierno chino realizando prácticas comerciales desleales e implementando sanciones a empresas de países que se atrevieron a criticar a su gobierno, para agravarse con la guerra comercial con Estados Unidos, que a través de aranceles y regulaciones restrictivas a venido incrementando los costos de producir en China, al mismo tiempo en que este país comenzó a implementar la política de prosperidad compartida primero con  estrictos controles hacia su población y luego con una serie de medidas más severas en medio de la pandemia, que terminaron asustando a las empresas occidentales, lo que contribuyó a que junto con el cambio en la manera de analizar el entorno geopolítico que provocó la guerra de Ucrania, provocó que China dejará de ser un lugar seguro para invertir.

Lo que a su vez no significa que este sea el final para China como se menciona en muchos artículos y videos de noticias o de opinión tanto de los medios tradicionales como de internet, pues China es la segunda economía del mundo con un mercado interno enorme, además de que en las últimas décadas en las que tuvo su espectacular crecimiento económico, aprovecharon para invertir miles de millones de dólares en infraestructura de transporte, centros de investigación de ciencia y tecnología y demás infraestructura que hoy es el eje central de la cadena global de suministros, por lo que si bien la inversión extranjera en este país se reducirá considerablemente y una parte de las fábricas que hoy operan ahí se relocalizaran, aun así, China continuará siendo un jugador clave en la globalización y en el comercio internacional.

Ya que junto con China la globalización en estos momentos no se encuentra en su mejor momento, no significa que sea el fin de la globalización, pues esta llegó para quedarse y simplemente está en un proceso de reconfiguración, o de transición entre una etapa que se caracterizó por una apertura casi total, en la cual las empresas salieron al mundo en busca de menores costos a como diera lugar, sin importar la distancia o las condiciones políticas y en la cual China jugó un papel central, al grado que el mundo hoy tiene una sobre dependencia de su producción, entonces en estos momentos el mundo está entrando en una nueva etapa de la globalización en donde se está diversificando la producción en varias regiones del mundo, tomando en consideración factores como costos y tiempos de transporte, postura política de los países y la seguridad.

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Lo que hoy se puede representar en una anécdota que escuché en un podcast, en el cual mencionan que en la década del 2000, cuando una empresa acudía a Wal Mart en búsqueda de vender sus productos en sus tiendas, si estos no demostraban que sus productos se fabricaban en China las negociaciones difícilmente se concretaban, ya que el no producir en China se entendía como que la empresa no buscaba producir con los menores costos posibles, mientras que se dice que en estos momentos en ese mismo tipo de negociaciones, si una empresa no es capaz de demostrar que produce sus productos en otros países además de China, no se concretan los contratos de venta ya que se percibe que existe un alto riesgo de no poder cumplir con sus órdenes de entrega, lo que se traduciría en menos productos disponibles para sus clientes como ocurrió a finales de 2021.


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